PARAISOS TERRENALES EN DESTRUCCIÓN


    “La ignorancia es atrevida”, decimos con frecuencia en Venezuela, mientras la descarada corrupción galopa impune, en contra del Interés Nacional. Es que en verdad, este sistema sin pudor nació con el nuevo Siglo y crece como la verdolaga, ignorando Constitución Nacional,  Leyes, Reglamentos, Códigos y todas las Disposiciones de Orden Técnico, que en Democracia se crearon para encausar la Nación de manera perfectible por senderos de legalidad y orden para el Bien Común.

    Dolorosamente, todos los  Sectores y Sub-sectores de la vida Nacional, tanto como los Factores de Poder: Económico, Social, Político, de Seguridad e Integridad Territorial, se han contaminado de forma alarmante, sin que nadie ponga freno a esta otra gravísima pandemia, que en forma progresiva, viene atacando severamente al País, a pesar de la existencia plena de un Ordenamiento Jurídico y Estructuras Administrativas de Orden: Nacional, Regional y Local, muchas veces en exceso y con personal incompetente y desconocedor de sus funciones. 

    Los temas que necesitan análisis son: variados, infinitos, repetitivos, trascendente y totalmente dañinos al Bien Común, medidos y cuantificados los tangibles, tales como: la destrucción de P.D.V.S.A., SIDOR, Sector Productivo Industrial y Agropecuario; el Signo Monetario desaparecido del mercado; infinitos y desconocidos montos de la Deuda Pública Internacional; Inflación a niveles estratosféricos y por varios años la mayor del mundo; flujo multi-millonario e indetenible de migrantes venezolanos por hambre, miseria y desempleo, sin que haya sido declarada en Venezuela guerra alguna, “Líbrenos Dios”, pero con los mismos problemas de ella, como lo estamos viendo  en Ucrania y muchas veces mayores aún. Los temas intangibles también son de mucho peso pero que   nadie mide, tales como: el padecimiento de millones de familias por múltiples motivos; las lágrimas de infinitas madres; los niños ahogados en el mar y en los ríos buscando refugio en algún País; los muertos en carreteras de países vecinos por frío, por hambre o por accidentes de tránsito; los miles de millones de horas-hombre útiles, miserablemente perdidos en colas para gasolina, teniendo Venezuela recursos abundantes explotados y pésimamente administrados sin rendir cuentas a nadie.

    En esta entrega abordaré un tema de alto Interés Nacional, superficialmente conocido, viral y pasajero debido a noticias por el peligro de Guerra Mundial, pero abominable y vergonzoso tema que nos daña a todos. Se trata del desprecio y abandono total por parte del Estado Venezolano, a sus obligantes responsabilidades que le impone la Carta Magna, las Leyes Orgánicas y Especiales para la conservación, protección  y cuido de los bosques, las aguas, los suelos, las faunas silvestres y  las Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAES), como  los Parques Nacionales, Monumentos Naturales, Reservas Forestales y Estratégicas, etc. que son todas propiedad privada  de la Nación Venezolana, es decir, que esas áreas pertenecen a todos los venezolanos de siempre y jamás a nadie en particular, ni a grupos armados, ni son para cancelar favores o asesorías de “zapatero alguno” con privilegios, ni para  enriquecer amigos.

Parque Nacional Morrocoy

    No escapa al conocimiento de los Venezolanos, ni de analistas a nivel mundial, el espantoso  crimen que se viene cometiendo contra estas invaluables riquezas naturales, donde pequeños grupos de desadaptados con poder, llegan “de Orden Superior” a delinquir impunemente e incluso ante funcionarios públicos, civiles y militares, que prestan Servicios Técnico-Administrativo y de Control en nombre de la República, para cumplir y hacer cumplir el Orden Jurídico vigente, para la Protección y Cuido de Bienes Naturales, como: Parques Nacionales, Monumentos Naturales, Cuencas Hidrográficas Vitales, Zonas de Interés Estratégico, Turístico, Hidroeléctrico, etc.. Áreas que son Propiedad Privada  Exclusiva de la Nación, sometidas a muy frecuentes y variados Delitos Ecológicos impunes.

    Razón de sobra tuvo Cristóbal Colón, cuando desde su nave sobre el Caribe avistó lo que a poco tiempo sería la Venezuela conocida. “Esta es Tierra de Gracia”, dijo sorprendido y con acierto, al apreciar las playas, sus abigarrados bosques y su frase premonitoria fue corroborada décadas después, al evaluarse las riquezas del suelo, del subsuelo, junto a las bellezas escénicas naturales como: el blancor perpetuo de la Sierra Nevada de Mérida; las arenas movedizas de los Médanos de Coro; los embriagantes reflejos de los arrecifes coralinos en las playas de ensueño del Archipiélago Los Roques; los exclusivos verdores en cada rincón de CANAIMA, con cabelleras de espuma en infinitas cataratas, como la del Salto Ángel, que del cielo viene; el entramado  follaje de los misteriosos manglares que caminan hacia el mar; y sus raíces sancos, de forma retorcida, son santuarios de placeres pesqueros, que hacen criminal al depredador de esta rara especie vegetal “vivípara”, cuyas semillas  germinan y crecen en las ramas, y al desprenderse, sus raíces penetran en el lodo de aguas saladas, originando un nuevo árbol donde anidan los bellos flamingos que adornan el paisaje con  su plumaje escarlata, vienen desde Norte-América migrando hacia el Parque Nacional “Morrocoy”, en las costas,  islas y cayos de Falcón.

Obra de Cabré

    ¿Qué más decir?. ¿Caracas, Cuna de El Libertador, sería la misma si en lugar del majestuoso Ávila, hubiese allí la Cota 1.000, similar a la  Cota 905, con el Coki y todos los demás? El gran Cabrè hubiese muerto de congoja y llanto, al no poderse inspirar jamás en un atardecer de indescriptible belleza; ni los caraqueños tendrían naturaleza para solaz y esparcimiento; ni las guacamayas, las guacharacas, ni las ardillitas junto a la variada fauna silvestre y avifauna, tampoco podrían ser conocidas, cuidadas, respetadas, admirada por los niños y por los ciudadanos caraqueños y de otras partes. Sin embargo, delincuentes con poder, ignorando la Ley Penal del Ambiente vigente desde 1.992, la cual tipifica el delito ambiental que es sancionado con cárcel, construyen sus privilegiadas mansiones dentro del Parque Nacional El Ávila, al igual que en muchos Parques Nacionales y Monumentos Naturales, apoderándose de estos Bienes de la Nación, que pertenecen a todos los venezolanos de todas las generaciones y de ninguno en particular.

    Parafraseando a Esópo, fabulista griego ( Siglo VI A.C.), recordemos un hecho parecido a los narrados antes: “Erase en las playas de Falcón, entre Tucacas y Chichiriviche, en los primeros años 70 del Siglo XX, en plena Democracia, personajes prevalidos de poder y algunos arrimados de los que nunca faltan, arbitrariamente y para su exclusivo deleite, decidieron construir setecientos treinta y cuatro lujosos palafitos en estos parajes idílicos de aguas cristalinas, poco profundas, playas de ensueño, con cayos, islas, bahías y ensenadas de arenas blancas y plateadas, los irresponsables poderosos contaminaban las aguas con: excretas, botellas, latas de cerveza y todo tipos de desechos.

Foto aérea de los palafitos (1974) 
(Foto anónima)

    “Hete aquí”, que de repente, un Presidente cumpliendo ofertas previas de campaña electoral reciente, mezcla “Políticas de Estado Ambientalista” y “Democracia con Energía”, decide promulgar en Gaceta Oficial y con memorable discurso a la Nación, celebrando el primer Día Mundial del Ambiente, declarado para siempre por la O.N.U a partir del 05JUNIO1974. En  esta fecha, se declaran por Decreto Ejecutivo, trece (13) Áreas de Interés Nacional para el Bien Común de los venezolanos, entre las cuales también se impone el Cúmplase al Decreto Ejecutivo 113, donde se declara: PARQUE NACIONAL “MORROCOY”, la extensa zona marítima y continental ente Tucacas y Chichiriviche del Estado Falcón, y a la vez se aprueba el Reglamento de Uso. El  Parágrafo Único del Artículo Sexto, otorga un plazo máximo de sesenta (60) días a los propietarios de los palafitos, para retirar sus construcciones y de lo contrario el Ejecutivo Nacional procederá a removerlos, tal como sucedió en plazo perentorio. Posteriormente se promulga la Ley Orgánica del Ambiente con su Reglamento y Disposiciones de Orden Técnico (15JUNIO1976). En fecha 14ABRIL1977 es creado el Ministerio del Ambiente (M.A.R.N.R.) con extraordinaria plantilla de profesionales calificados a nivel Nacional, Regional y Local, el cual a poco tiempo se convirtió en modelo para Latinoamérica y países de otras latitudes, siendo el Doctor Arnoldo José Gabaldón, quien tuvo el mejor éxito como su Primer Ministro y el mayor acierto en la conducción de este Super-Ministerio.

    Es que así son, cada uno de los veinte y cinco Parques Nacionales junto con todas las Áreas Bajo el Régimen de Administración Especial los cuales hoy están en franco proceso destructivo, siendo joyas únicas que fueron declaradas oficialmente durante el Siglo XX como Patrimonio Especialísimo de Venezuela. Pero la irresponsabilidad cómplice y la falta de Políticas serias para cuidar Bienes Nacionales como estos, ha permitido su depredación y franco deterioro.  Es que al conocer, apreciar y valorar estos parajes de singular e indescriptible belleza, obligan a pensar en la Mano Poderosa del Creador del Universo y en su Bondad Divina al obsequiarnos a perpetuidad esta “Tierra de Gracia· y haber decidido ubicar el Paraíso Terrenal en el ARCO GUAYANÉS, al Sur del Orinoco en los Estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro, el cual desde 2003, el Presidente de turno, por cadena nacional, comenzó a llamar de forma incisiva con malévola intención “arco minero”, porque ya tenía en sus planes destruir estos delicados y frágiles ecosistemas, milagrosamente arborizado durante incontables siglos sobre los tepuyes, que son rocas muy lavadas, arcaicas, las más antiguas del Planeta Tierra.

    Nadie podría opinar con alguna posibilidad de acierto, la cantidad de siglos que demorará la naturaleza en recuperar el gravísimo e incuantificable daño ecológico y que en forma creciente viene destruyendo al ARCO GUAYANES, sus nacientes de agua dulce, su cobertura vegetal, sus cuencas hidrográficas, la selva destruida con la explotación mineras sin control técnico del Estado Venezolano y sin medir el IMPACTO AMBIENTAL de impredecible consecuencias. Además, el uso del mercurio, sustancia altamente venenosa que contamina nacientes y quebradas, donde habitan, aguas abajo, Tribus: Wuaraos, Maquiritares y Pemones, que mueren sin compasión y migran al Brasil para salvar sus vidas.

Arco Guayanés destruido

      Por otra parte la alta presión del agua que orada los suelos, impulsada por maquinarias potentes, en la desesperada búsqueda de pepitas de oro, todo lo cual genera gigantescas cárcavas que son irrecuperables, con toneladas de sedimento que drenan hacia los ríos: Caura, La Paragua, Caroní, Cataniapo y Carinagua, entre otros, convertidos en ríos de barro, y de paso se termina de transformar la otrora Gran Represa de Guri, Raúl Leoni, en chatarra, sin que tenga sustituto; y al Majestuoso Orinoco, que ahora lo pusieron a pintar de amarillo al Océano Atlántico,  con su impresionante caudal de barro.

     La insaciable sed de oro actual, parece ser la misma que hubo en la época de la Conquista, hace más de cinco (5) Siglos, cuando españoles y alemanes, desesperadamente buscaban el Dorado, y exterminaron a los ancestros de las mismas tribus que ahora envenenan con mercurio.

 

Moraleja:               

A falta  de un  Estado  protector  del  Medio Ambiente,

La     Naturaleza    se    cobra    los     delitos   Ecológicos

perpetrados por el hombre.

                                

Así lo estudié. Así lo ví. Así lo he vivido y así lo cuento.

José A. Moreno Zambrano.


Comentarios

  1. Muy bueno como siempre, ojalá se entusiasme a escribir sobre la destrucción del tejido social y el impacto sobre el ambiente y convivencia de la sociedad. Gracias por tomarse el tiempo para dejar huella

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    1. Querida Silvana! Muy agradecido por tus palabras. Me estimulan. Gracias también por indicarme que estos escritos, vividos y sentidos, calan positivamente en personas como tu. Dios te Bendiga.

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  2. Una vez más nos comparte su sentir, a través de sus palabras se percibe el inmenso amor por nuestro país, y el profundo pesar que le produce todo lo que está pasando. Usted cuando tuvo la oportunidad cumplió con nuestra hermosa tierra, y quienes lo conocen saben que forma parte de una generación de oro, de hombres con valores y moral. Hoy todos sabemos que Venezuela cayó en manos de unos delincuentes depredadores, que han destruido todo, incluyendo nuestras bellezas y riquezas naturales. También es muy lamentable que los supuestos grupos ambientalistas a nivel mundial se hagan los ciegos con el caso venezolano, o que quizás se muevan por otro tipo de intereses. Pero como usted dice, la naturaleza se cobra los delitos ecológicos, y yo le agregaré, que de la justicia divina nadie se escapa. Dios lo bendiga!

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