¡El camino de un recluta!
Al frente un amplio, bello y moderno Salón de Lectura, con un mercado cubierto, espacioso, variado, escrupulosamente limpio; la legendaria “Casa Stamford” de los alemanes, el Colegio La Salle de los curas y la Escuela Normal que producía buenos maestros para las escuelas rurales.
El Liceo Simón Bolívar, prestigioso, gigantesco, de arquitectura sobria y moderna, sobreestimado para las exigencias del momento, espaciosos ambientes, aulas, zonas verdes y jardines de esmerado cuido, canchas, laboratorios, biblioteca, residencias para profesores y estudiantes, con excelente auditorio para cualquier tipo de evento. Era este Liceo la Universidad del Táchira. Su Director insigne Dr. Juan Tovar Guédez, se comporta como un “Buen Padre de Familia” y era el Rector de aquel emporio de cultura, asistido por una extraordinaria plantilla de profesores pedagógos de verdad a quienes nuestras generaciones debemos estatuas.
Imponentes Iglesias como La Catedral, regentada por el Padre Sánchez Espejo. Bellas Iglesias de exquisita arquitectura como Santo Domingo y el Santuario, constituyen signos de distinción junto con las bien acabadas plazas públicas con majestuosos monumentos ecuestres del Fundador Juan De Maldonado y a los Próceres Urdaneta y Páez, donde resalta el Edificio Nacional.
Una San Cristóbal así es campo propicio para el desarrollo integral de un muchachito de pantaloncito corto y alpargata. Estudiante formalito de la Escuela Parroquial “San Juan Bautista”, con Director el Padre Ortiz y el Sub Director Profesor José María Sánchez, donde existía “El vaso de leche” y un Comedor Estudiantil que cumplía su misión. Sólo asusta la llegada permanente de equipos de enfermeras con vacunas obligatorias para prevenir todo tipo de enfermedades.
Desde niño trabajaba. Al aprovechar el viaje diario de hacer mercado porque casi nadie tenía nevera, presto servicios a los vecinos en sus necesidades y mandados. Uno de ellos, el profesor Andrés Sandoval, Director de Cultura del Estado, decente, culto, amable y bien formado, asiduo lector, permanentemente descartaba y me obsequiaba revistas como “Selecciones”, Elite, Semana (Colombia), Bohemia (Cuba) y algunos libros, los cuales también pasaron por mis manos y leía.
Una vez, de la Revista Selecciones grabé en mi mente una frase: “Lee lo que te plazca, pero procura hacerte amigo de la lectura buena”. Durante las Semanas Santas, releía “El Martir del Gólgota” y las Fábulas de "Esopo y Samaniego". Hubo una larga temporada de “Toque de Queda” durante los días laborables, a partir de las seis de la tarde, cuando Radio Continente transmitía desde Caracas “ El derecho de nacer” con Albertico Limonta y Mamá Dolores. Y lloré mijito.
Una mañana, un ruido ensordecedor aterroriza la ciudad. Parece un terremoto. El Mayor Buenaventura Vivas de la Fuerza Aérea Venezolana, regresa de Inglaterra donde hizo un curso especial y trajo a Venezuela el primer avión Super-Sonico “Canberra”; quiso saludar a su mamá, sobrevolando San Cristóbal en cuyo cielo rompe la barrera del sonido. Más tarde, la Base Aérea de Santo Domingo lleva su nombre.
En mil novecientos cincuenta y dos, con orgullo y satisfacción, comienzo a estudiar en el Liceo Simón Bolívar, donde jamás se pierde una hora de clase; en caso de necesidad el Director cubre cualquier falla de profesores. Es norma institucional el buen comportamiento, el trato culto y decente, el esmero en la presentación personal y obligatorio para las damas portar uniforme y para los alumnos usar paltó, sin el cual, Toribio el portero, no permite la entrada al Liceo.
La actividad política, es poco trascendente. En el Táchira la gente trabaja, vive bien y progresa en estos años cuando la economía comienza a tomar cuerpo con la renta petrolera y Venezuela se convierte en el primer exportador mundial de petróleo, con un millón de barriles diarios. El precio de un barril es de un dólar americano en el mercado internacional y el cambio monetario es de tres Bolivares con treinta céntimos por dólar americano. La deuda internacional se mantiene en cero.
Llega JUNIO 55, terminando el tercer año de bachillerato, cuando una mañana invitan a pasar a la Sala de Reuniones, donde son presentados cuatro Oficiales de las Fuerzas Armadas, con sus uniformes y distintivos respectivos. Su objetivo es captar Aspirantes a Cadetes para cada una de las Escuelas de Formación de Oficiales. Exhiben documentales, reparten banderines y prospectos con todos los requisitos y exigencias para el ingreso.
Mi deseo desde niño ha sido graduarme de Ingeniero. Analizo en detalle el Prospecto vs la precaria situación económica familiar actual y futura. Las únicas Universidades existente en el país son: U.L.A. en Mérida, L.U.Z en Maracaibo y la Central en Caracas con costosos aranceles y se le suma los gastos para mantenerme como estudiante universitario. Y la Escuela de Cadetes ofrece una Beca permanente al cien por ciento. Sólo se debe llevar el equipo exigido y utensilios personales, a demás de cumplir normas y procedimientos, a las cuales el tachirense ha sido debidamente entrenado en su hogar.
Consulto a mi mamá, a mi tía mas viejita muy querida, Ana Dolores Cañas y a algunos profesores de confianza en el Liceo. Salió “humo blanco”. Decido incorporarme a la Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional. Mi cuñado "Pacho" Ortiz y un amigo Marcos Blanc, se encargan de cubrir los gastos del equipo personal y la maleta.
Solicito al Dr. Juan Tovar Guédez, Director del Liceo, una entrevista. Inmediatamente accede. Le planteo la necesidad de una Carta de Buena Conducta y la Certificación de Notas desde el primer año hasta el tercer año. Su semblante cambia; se entristece. Una lágrima corre por su mejilla y me dice: “Usted es uno de los mejores alumnos del Liceo ¿Por qué se va a sufrir lo que no merece?”. Detalladamente le explico el análisis de mi situación económica. Bondadosamente me ofrece una Beca que incluye Residencia Estudiantil y alimentación permanente hasta el quinto año. Inmediatamente le pregunto: ¿Y cómo cubro los estudios universitarios? Se queda pensativo, mirándome fijamente, me dice: Tienes razón. Pasa mañana por los documentos. Le agradezco su gentileza y preocupación.
Dos días después, en sobre certificado envío todos los recaudos a la Escuela Militar. A los quince días en todos los periódicos de cobertura nacional es publicada la lista de los candidatos aceptados, con fecha y hora para iniciar los Exámenes de Admisión.
El 25 JULIO 55, previendo cuatro días de viaje de San Cristóbal a Caracas más un día de imprevistos, al amanecer salgo optimista a buscar mi destino. El Sr. Sixto Ontiveros conduce la camioneta del Transporte “Nuevas Brisas”. Soy el último pasajero que buscan en su casa. Coloco la maleta a buen recaudo. Mi mamá paga el costo del pasaje y deposita en el bolsillo de mi camisa, cuarenta Bolívares para gastos de viaje. Con lágrimas y bendiciones de mi madre, Dios y la Virgen se vienen conmigo. Al entrar a la camioneta, con sorpresa observo solemnemente instalados y en silencio, a tres de mis compañeros de curso en el Liceo: Porras Reyes, Contreras Laguado y Nieto Serrano, quienes tenían el mismo destino.
A mi mente vienen pensamientos positivos de progreso. Nunca he viajado. El conductor anuncia el plan de viaje: “Llegaremos a Mérida esta noche. Mañana muy temprano todo el día para llegar a Valera. Pasado mañana pernoctamos en Barquisimeto y al cuarto día, llegamos a Caracas. Salimos de San Cristóbal por la Avenida Guayana, que es hasta donde llega el asfalto. Por camino polvoriento y muchas curvas, pasamos por Cordero, pueblito encantador con su Iglesia dominando la vista y en la Plaza Bolívar, muchas flores la adornan.
Comienzan por goteo a aparecer las casitas semenjantes a las que pinta en sus cuadros mi profesor Manuel Osorio Velazco, sus colores brillantes, flores en las ventanas, chimeneas humeantes, tejas rojas donde hay musgos, helechos colgantes del techo y orquídeas, le dan al camino un aire bucólico, pintoresco, de ensueño. Es de mañana y la neblina cubre todos los ambientes; la mayoría de las casas tienen un cobertizo de caña brava y techo de palma. Al lado de la casa siempre un campesino paramero, ordeña su vaca y a su lado el becerrito amarrado pataleando y batiendo la cola. Así es la vida del campesino tachirense.
Un letrero anuncia al caserío Auyamala y más arriba, trabajadores abren huecos y siembran eucalipto, pinos y cipreses. Es que estamos llegando al Páramo de El Zumbador. El frío hiela los huesos y no hay abrigo que valga.
Recuerdo los cuentos de mi tía Ana Dolores, ancianita ya, de cuando Juan Vicente Gómez y Cipriano Castro, desde Capacho, arrancaron con sesenta y seis valientes; y por aquí pasaron reclutando jóvenes y formando batallones para ir a Caracas a tomar el Poder y unir al Táchira que esta totalmente aislado del resto de Venezuela y así se hizo. Lo malo es que cuando entraron al Palacio de Gobierno en Caracas, la puerta estaba abierta, entraron, pero nunca consiguieron la puerta de salida; y desde entonces, ya van cinco Presidentes en lo que va de siglo y estamos en el 55, decía ella.
Pasamos por El Cobre vadeando las quebradas que en este largo camino, nunca tienen puentes; y los campesinos laboriosos cultivando la tierras en todas estas faldas andinas. Llegamos a La Grita, encantadora ciudad llena de historia y de personas ilustres, gente culta salida del Colegio de Monseñor Jáuregui. Esta ciudad venera con fervor su Santo Cristo y lleva el merecido nombre de “La Atenas del Táchira". Más adelante en Pueblo Hondo, reconocido emporio de hortalizas y legumbres, presenta infinitos pañuelos de multiples verdores que tapizan el Piedemonte Andino y distraídamente entramos al Páramo de La Negra, famoso por las curvas en la carretera, por los precipicios que dan miedo y las casitas con cruces por los múltiples volcamientos que allí han habido.
La tarde es despejada. La neblina se disipa y el sol alumbra hacia el oeste. Son selvas intrincadas, impenetrables. Ese es el Sur del Lago, dice Sixto. Se ven ríos que parecen hilos; que escurren de las faldas de la Sierra de Perijá y que vienen por sus cuencas buscando entregar las aguas al Lago de Maracaibo. Tal vez es el Tarra o el Sardinata; el Zulia o el Catatumbo, que vienen de Colombia. Ahora entiendo lo que mi tía decía: que Castro y Gómez quisieron corregir si tomaban el Poder Nacional. El Táchira está totalmente aislado del resto del País.
Desde acá se ve que el Táchira está verdaderamente encerrado por el Norte; estas selvas vírgenes se convierten en un formidable estorbo para poder salir al Lago o al Centro del País. Por el Sur, nadie puede conocer a Apure ni a Barinas, están tan lejos como Nueva York, por lo cual nuestros ancestros cubiertos de valor y a machete espantaron tigres, leones rayados y esquivaron las pirañas que pululan en los caños y quebradas. Matando culebras penetraron las selvas de San Camilo y abrieron el Camino Ganadero, para poder llegar a Guasdualito a pie o en mula para traer mautes y vacas a engordar en el piedemonte andino. Por el Este, los Andes con furor, llenos de picos, de riesgos, de precipicios y peligros de toda índole, son imposible abrirse paso. Por el Oeste sólo Cúcuta y el resto de Colombia. Así Bogotá esta mucho más cerca que Caracas.
O sea, ahora entiendo que para ir a Caracas antes de 1925 desde San Cristóbal era misión imposible. Tomar el tren en Estación Táchira para ir a Encontrados; abordar una piragua en el Río Catatumbo, llegar al Lago para atravesarlo de Sur a Norte hasta Maracaibo, donde se esperaba el arribo de un barco con bandera Holandesa o Alemana que haga escala en Curaçao y luego tocar Puerto en La Guaira; por eso se tenía que sacar pasaporte. De La Guaira para llegar a Caracas se debía subir por la Ruta de los Españoles llegando a Cotiza o más tarde tomar la carretera vieja Caracas-La Guaira.
Llegamos a Tovar y seguimos rumbo a Mérida donde en una pensión con derecho a baño descansamos unas horas. Al otro día un buen desayuno tempranero para tomar otra vez la polvorienta carretera de Los Andes. Me sorprende ver la cerca de piedras, serpenteando cada finca; y los campesinos lugareños con gruesas ruanas negras, grises o marrones, los hombres que trabajan la tierra; mientras las mujeres, a las puertas de sus casas, tejen con lana abrigos y bufandas. Al pasar Muchuchies hay una divisoria en el camino; a la derecha vía Barinas y por la izquierda Valera en el Estado Trujillo. A poco tiempo llegamos al Pico El Águila.
Una placa conmemorativa recuerda el paso de Bolívar a caballo en 1813 por estas cumbres cuando venía de Mérida, ya graduado de Libertador. Aquí el frio es insoportable; al hablar nos sale humo blanco por la boca. Obligante es tomar un chocolate hirviendo, que lo sacan de la olla para consumirlo de inmediato. Por la ventana de vidrio, se pueden ver los frailejones en flor que tapizan estos riscos como única vegetación circundante. Al lado nuestro, una joven muy pálida perdió el sentido y se desmayó. La volvieron en sí con palmadas en la cara y luego un chocolate hirviendo.
Proseguimos el viaje serpenteando la carretera; librándonos del frío y del polvo del camino nos cubrimos con un paño la cara. Así llegamos a Valera del Estado Trujillo, donde se repite la historia. Al siguiente día, tomamos camino al Estado Lara, pasando Agua Viva y las curvas de San Pablo, famosas porque demandan un estómago vacío. La siguiente población que atravesamos es Carora. Ya entrada la noche, llegamos a Barquisimeto.
El cuarto día emprendemos camino buscando la ansiada Caracas. Entre Lara y Yaracuy, grandes plantaciones de caña de azúcar con canales de riego bien consolidados. Más adelante comenzamos a leer anuncios y placas que recuerdan batallas como Taguanes, Los Horcones y muchas otras libradas en estos campos durante la guerra de independencia; por último, un gigantesco monumento construido por Juan Vicente Gómez, para conmemorar la Batalla Inmortal de Carabobo que selló nuestra Independencia Nacional. Inmensa obra, bustos a Los Héroes, un Arco de Triunfo, al cumplirse un siglo de la muerte de El Libertador. Allí, se anunció el pago total de la Deuda Externa Nacional, contraída para cubrir gastos en armas y pertrechos para realizar la Guerra de Independencia.
Llama nuestra atención que desde Maracay hasta Caracas conseguimos pavimento en la carretera. Entramos a la Capital de la República por el Barrio Antímano y llegamos hasta la Estación Sede del Transporte “Nuevas Brisas”, entre las esquinas: Punceres a Escalinatas Nº11.
Admirado observo edificios que para mí son muy altos, son superiores a diez pisos. Me pregunto si estos son los fulanos “rascacielos” que leía en revistas. Sobre uno de ellos, veo por primera vez un aviso luminoso móvil que decía: Mira. Admira. Admiral. También observo cables interminables con infinitos bombillos encendidos y centenares de trabajadores construyendo de noche la Avenida Fuerzas Armadas. Eran las nueve de la noche del día sábado.
El señor Ontiveros, abre el candado y la puerta de una pequeña oficina con dos poltronas y un sofá, todos con tapicería rota, donde sobre salen los resortes. Escribe sobre un papel los nombres nuestros como pasajeros; lo firma, lo sella y lo guarda en un escritorio. Sale y cierra la oficina para hacernos entrega de las maletas.
En la publicación del periódico donde anuncian los aspirantes seleccionados, se establece la fecha y hora de presentación en la Escuela Militar en Conejo Blanco, Av. Los Próceres del día domingo a las nueve de la mañana.
Pero hoy es sábado. Pregunto a cada uno de mis compañeros, donde se quedaran esta noche. No tengo donde llegar. No conozco a nadie en Caracas. Contreras Laguado dijo que irá donde una tía que vive en "El Manicomio" y allí no hay lugar. Por razones obvias no insisto. Porras Reyes, dice que va donde unos primos en "El Cementerio". Guardé silencio con los ojos muy abiertos. A Nieto Serrano no le pregunto. Pido al Señor Sixto el favor de permitir quedarme en la oficina hasta mañana. No me autorizó porque no está permitido por normas de la empresa, pero me recomienda ir directo a la Escuela Militar llamando un taxi. Lo abordo y me lleva directo a la Escuela Militar.
Al llegar a la entrada, me presento ante un Oficial de la Marina que está sentado en la entrada, a quien saludo respetuosamente; le enseño el periódico con mi nombre remarcado y le comunico que vengo a presentarme como Aspirante a Cadete. Visiblemente molesto, tratando de hablar como campesino tachirense, me increpó diciendome "recluta” y agrega: “orassss ¿busté cree que esto es un hotel de turismo? Por venir de gochilandia, tiene que hacer veinte saltos de la rana. No entendí nada. Ordena a un soldado centinela llamar al Auxiliar de Ronda, quien hizo sonar un pito y al minuto llega corriendo un Alférez, cuyo sable hace ruido con la cadena de adorno; se cuadra ante el Oficial. Saluda militarmente y dice: "Ordene mi Teniente de Navío”
Le ordena al Alférez que revise mi maleta porque debe traer contrabando de gochilandia. Y pienso que: Por fortuna, los bocadillos y el pan que me dio mi mamá a la salida de San Cristóbal, duraron poco tiempo en el camino. Ordena al Alférez, enseñarme a saltar la rana y llevarme al dormitorio A1 con la maleta en la cabeza. Al voltear, el Alférez me libera del castigo. Me cuenta que lo habían devuelto de Maracay a la Escuela, estando de vacaciones, porque un Oficial lo vio vestido de civil.
Al encender la luz en el dormitorio, observo que su nombre es Alférez Díaz Pereira como dice su identificación en la chaqueta. Quedo maravillado del orden, del brillo del piso en ese dormitorio totalmente solitario. Es época de vacaciones. Abre una cortina azul y deja ver una habitación perfecta para cuatro Cadetes. Dos literas, dos escaparates metálicos grandes, cuatro sillas y una mesa de estudio, un lavamanos perfectamente limpio y dos armeros de madera con dos fusiles cada uno al pie de las literas. El Alférez, me señala que en el fondo del dormitorio están los baños y que tengo diez minutos para asearme, colocarme la pijama, apagar la luz y descansar. Antes de salir, me informa que mañana a las ocho hay desayuno y que al levantarme debo dejar la habitación perfectamente arreglada.
Antes que el cansancio me venza, en la oscuridad y de rodillas, Oro brevemente dando Gracias a Dios por abrirme el camino. También, recuerdo un obsequio del profesor Sandoval, Director de Cultura del Estado Táchira, quien me obsequió un libro publicado por Vargas Llosas: “La Ciudad y Los Perros”. El afamado autor, fue Cadete en la Escuela Militar de Perú, en Lima, donde bautizan a los Cadetes nuevos con el sobrenombre de “Perros”.
Como en el Táchira se dice: “Quien duerme en cama ajena, tempranito se levanta” a las siete de la mañana, estoy completamente listo, me asomo a la puerta del dormitorio con el mayor sigilo. Observo a pocos metros un señor alto, gordo, cuidadosamente vestido de Liqui Liqui de lino color crema, botas argentinas brillantes color marrón, con dos yuntas de oro en el cuello, los dedos pulgares sostenidos en la tapa de los bolsillos superiores del traje. Miraba con detenimientos todos los ambientes, como si estuviera inspeccionando el área perfectamente limpia. No dudé al pensar que este señor es el Director de la Escuela Militar.
Pienso muy bien las palabras que diré al presentarme ante el personaje. Lo ensayo varias veces en mi mente. Salgo con paso firme y decidido. Lo saludo respetuosamente. Le informo del estricto cumplimiento de todos los requisitos y exigencias para ingresar como Cadete y le ruego su ayuda. El señor con asombro me mira y sobre saltado dice: “Es que yo también soy aspirante y vengo a presentarme”. Luego supe su nombre: Abdón García Shaffino. Miembro de un acaudalado hogar de Cumaná en el Estado Sucre. Yo mas tarde me enteré de su nombre, pero él jamás se enteró quien fue la persona que lo confundió con el Director de la Escuela.
Quince días permanecimos cumpliendo Exámenes de Admisión de todo tipo, bajo régimen de internado con disciplina militar. Todas las tardes, antes de ir a cenar, algunos aspirantes nos esmerábamos en llegar temprano al Patio de Ejercicios donde había una habitación contigua que ocupaba el Tte de Navío Sánchez Luna, quien cantaba música popular. Algunos comentaban que es hermano de Alfredo Sadel. Siempre recuerdo que éste es el mismo Oficial que me recibió cuando ingresé a la Escuela Militar.
¡Así lo viví y así lo cuento!
Rindo culto en el recuerdo imborrable a mi tía Ana Dolores Cañas, por haberme cobijado y enseñarme con verdadero amor, tantas cosas de la vida, que he ido confirmando en el camino.
José Moreno Zambrano.
Sr. Moreno! Buenas tardes
ResponderEliminarComo siempre sus relatos me recuerdan como estudiaba yo la historia de Venezuela en los libros de José Gil Fortoul. Relatos entretidos con sabor de historia contemporánea. Pero hoy, me hizo llorar con esa elección tan madura y sensata; y esa inocente audacia con la que comenzó su vida de militar, justo el año que yo nací. Un abrazo en la distancia y siga entreteniendo nos con sus relatos que son la historia de una Venezuela agrícola y pujante, honesta y trabajadora.
Muchísimas gracias por sus sentidas palabras. Me animan a seguir adelante con mis escritos dominicales. Reciba de vuelta un fraternal abrazo, reiterando mi agradecimiento.
EliminarOtra vez impresionada por tan bello, preciso y bien documentado relato.
ResponderEliminarHe disfrutado esta lectura porque trae a mi memoria espacios preciosos de nuestro terruno, que en lineas de su narrativa, afloran lindos sentimientos, agradecida de vivir mi infancia, juventud y adultez, en esta tierra de hombres y mujeres trabajadores, cultos y amantes de sus costumbres y floridos espacios.
Es usted, amigo Jose quien cada domingo nos regala con maestria y amor por su lar, sus vivencias, que dicen de su persona de gran valia.
Gracias, cada domingo esperamos deleitarnos con sus experiencias maravillosas.
Adelante Jose, mi admiracion en nombre de mi familia.
Eucaris de Borrero
Querida y apreciada amiga, me complace que mi escritura le agrade. Gracias por tus gentiles palabras que recibo con humildad. Bendiciones para ti y para tu familia.
EliminarSu relato me hizo acordar de un ser muy querido para mi y al que extraño mucho mi suegro El Coronel Ángel Edecio Cardenas, son muy lindas e inspiradoras sus palabras yo también soy de San Cristobal la verdad hizo que me transportara a mi hermosa ciudad gracias
ResponderEliminarGracias por sus palabras. Ángel Edecio, gran amigo y militar insigne, se nos fue muy temprano. Saludos cordiales!
EliminarBuenas Tardes. Excelente narrativa de aquellos años impresionante cada detalle y un Verdadero camino del Recluta, cuasinovelesco pero muy real. Saludos desde Panama .
ResponderEliminarMuchas gracias Elvira por tus palabras. Para mi es muy grato que leas mis vivencias. Saludos cordiales desde San Cristóbal para Panamá. Agradecido
EliminarGracias por compartir su historia! Sus inicios en la vida militar, al mismo tiempo que nos permite conocer la Venezuela de esa época, aún rural, pero llena de hombres y mujeres dignos, de institucionalidad, de orden, de principios y valores. Por favor, siga compartiendo sus vivencias, su ejemplo! Que cada vez sean más sus lectores y que en algún momento florezca de nuevo ese gran país que nos arrebataron
ResponderEliminarEstimada Raquel! Mil gracias por tus palabras, por leerme y desear que mas lean lo que escribo. Me animas a seguir adelante con este blog. Agradecido. Saludos cordiales.
EliminarEste es mi tío Materno, perteneciente a una Zaga los *Moreno Zambrano* mujeres y hombres con Valores encomiables, dignos, merecedores de gran Respeto y de Seguir su legado por las Generaciones Venideras. Tu sobrina: Laura Colmenas Moreno.
ResponderEliminarDios te Bendiga Laurita. Gracias por tus hermosas palabras. Un fuerte abrazo, bendiciones para ti y para todos.
EliminarFelicitaciones Tío que bellas anécdotas
ResponderEliminarGracias! Dios te Bendiga.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHermosa lectura, gracias por compartir una historia vivida también por mi querido Padre Abdon Garcia Schiaffino. Genial lectura
ResponderEliminarUn placer leerte. Agradezco tu lectura y me honran tus palabras. Me encataría saber de Abdón. Mi número de teléfono es 0424. 7349472. Gracias y saludos fraternales.
EliminarQue belleza de relato tan entretenido, auténtico y ameno para leer! Estimado amigo José Moreno, gracias por deleitarnos con tus vivencias que también se la haces sentir y vivir al lector. Hice junto a ti, tan entusiasmada como tú, el recorrido para llegar a Caracas, el arribo a la academia, tus primeras exoeriencias en la vida militar y asi, con gran disposición y voluntad, realizar tus sueños exitosamente. Indudablemente llevabass, ademas de la maleta, un gran bagaje de formación familiar en valores, principios religiosos y cívicos y el enorme deseo de superación. Te felicito, te anotas otro jonrón por tu hermosa crónica. ����������������. Un abrazo. Feliz noche. Saludos ��
ResponderEliminarAnita Varela
������������ una vez más Usted me hizo viajar y descubrir de una forma maravillosa.
ResponderEliminarEs un relato que a veces creo que es un poema.
Sus vivencias en esa tierra querida de mi infancia y adolescencia , me recordaron mis largas y riquísimas conversaciones con mis papi, mi mami, mis abuelas, maestros, amigos de mi niñez��
Una narrativa cuidada , un evidente amor por su tierra y un profundo agradecimiento por su vida, mil gracias por compartirlo. Bendiciones para uated y para toda la familia ��✨
Gialida Chacón
Don José,
ResponderEliminarQue cautivante es conocer su travesía en esos años y todo lo que recorrió en esos 4 días, encuentro fantástica esa sensación de descubrir y sorprenderse por los paisajes, la gente el clima de su propio país y la decisión de emprender vuelo de su hogar y su familia para adentrarse en la desconocida ciudad de Caracas para convertirse en el oficial que fue para la Guardia Nacional, es increíble volver al pasado y recordar esos primeros pasos de manera tan humilde y descriptiva que menciona es este escrito y para usted presente en ese momento a tan joven edad no saber lo que le depararía ese incierto futuro, que en materia de servicio a la institución, no saber todo lo que iba a lograr allí.
Como siempre un fuerte abrazo desde Chile y un agrado leer sus vivencias. Y me quedo con una frase suya que sacó de la revista de Selecciones " “Lee lo que te plazca, pero procura hacerte amigo de la lectura buena”.
Apreciado Claudio! Gracias por leerme con tanto sentimiento. Es un verdadero placer poder generar en tí ese entusiasmo por nuestra tierra. Te encantará cuando la conozcas. Recibe un fuerte abrazo y mi bendición.
EliminarJosé Moreno Z.
Que relato tan sabroso de leer! Muchas gracias por permitirme entrar dentro de esa experiencia de su vida. Cuando los militares eran honorables... Que legado tan lindo! 🇻🇪
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