¡El grito de barracuda!
Transcurre ENERO1964, estando en la Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación (EFOFAC), como Oficial de Planta. En horas de la madrugada, a la Sala de Transmisiones, llega un telegrama en clave cifrado: “Secreto”, procedente de la Comandancia General de la Guardia Nacional, donde se convoca con carácter obligatorio, a todos los Oficiales acantonados en Unidades Militares, ubicadas en el Distrito Federal y Estado Miranda, a una reunión que se efectuará a las 09:00 Horas, en el Teatro de la Escuela Militar. Quienes se encuentren de guardia, deberán ser reemplazados por Sargentos Técnicos o Sargento de Tropa de la Unidad Militar, Escuela o Cuartel.
Este tipo de comunicación es poco común y no deja de despertar suspicacias, aún cuando en estos tiempos, las òGrdenes de acuartelamiento son muy frecuentes. Atrás quedaron: El alzamiento del Gral. Castro León en el Táchira; en la Base Naval de Puerto Cabello Edo. Carabobo; el Barcelonazo, en Anzoátegui; el Carupanazo, en Sucre; la pretendida invasión Cubana por Machurucuto, Estado Miranda; el asesinato diario de un Policía de Caracas; el asalto al tren de “El Encanto”, Estado Miranda; los frentes guerrilleros comunistas que aparecen en varios sitios montañosos del País, con el patrocinio de Fidel Castro desde Cuba; la expulsión de Cuba de la O.E.A..
Ante la inminente convocatoria revestida de misterio, el Cap (GN.) Landis Ferreira Zambrano, el Tte. (GN) Luis Contreras Laguado y yo, decidimos de común acuerdo, desayunar pronto e irnos muy temprano al Teatro, atravesando el Patio de Honor entre las dos Escuelas, para lograr ubicarnos en un sitio estratégico junto a una salida de emergencia. La capacidad del Teatro es de mil quinientos asientos. Al llegar, más de la mitad estaba ocupado. A las 08:30 Horas, el Teatro está totalmente copado y Oficiales de todos los grados comenzaron a sentarse en los pasillos, llenando todos los espacios. Los Generales y Almirantes son ubicados en el segundo piso. A las 08:45 Horas cerraron las puertas de acceso, quedando afuera muchos Oficiales que no llegaron a tiempo.
A las 09:00 Horas, se abre el telón del escenario. El Tren Ejecutivo de Gobierno, sentados en una hilera de sillas en el escenario frente al auditórium, en cuyo centro se encuentra el Sr. Presidente de la República Rómulo Betancourt; a su derecha el Gral. (Av.) Briceño Linares, Ministro de la Defensa y a su izquierda el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Zambrano Velazco. Con el permiso de rigor, el Jefe de Protocolo de la Presidencia, da la bienvenida y presenta al Canciller, quien hará una exposición y comienza manifestando la complacencia del Estado Venezolano, por haber logrado una histórica y muy sentida aspiración del pueblo venezolano, al obtener definitivamente y en prolongada lucha diplomática, un acuerdo de aceptación por parte de la Corona Inglesa, del Justo Reclamo por la usurpación del inmenso territorio de la Guayana Esequiva.
Expone con lujo de detalles, valiéndose de ayudas, ilustraciones y mapas, los aspectos jurídicos sobre esta controversia diplomática basada en el despojo que el Imperio Inglés, prevalido de la fortaleza de sus armas actúa, en su carácter de primera potencia mundial y dueña de los mares, a raíz de la derrota infringida a la Armada Invencible del Imperio Español, apoderándose de Islas del Caribe, Territorios Africanos; y en su empeñoso afán de dominación, usurpa extensos territorios, al este del Río Esequivo, de total y ancestral dominio venezolano, desde cuando España marcó la jurisdicción de la Capitanía General de Venezuela, al inicio de la Colonia.
El Canciller plantea que no se trata de un simple conflicto de fácil solución, entre Venezuela y Guyana, sino de la Venezuela siempre débil, frente al poderoso Imperio Inglés, el cual logra el despojo de estas tierras, basado en atropellos históricamente consumados.
En realidad, la narrativa del Canciller, abunda en datos y reseñas explicativas validas, por las cuales muchas generaciones han pasado cometiendo errores y acumulando daños a la Nación. Estamos pensando en la historia que en forma superficial y sin ubicación en contexto, siempre se ha impartido a alumnos de primaria y bachillerato, en los temas de asaltos de corsarios y piratas, quienes permanentemente destruían centros poblados como Maracaibo, Coro, Cumaná y Margarita; robando, asesinando, violando y quemando caseríos. Al regreso a Londres, estos asaltantes, corsarios y piratas, son honrados con títulos nobiliarios, regalos, homenajes de parte de la corte inglesa, sin reparar el daño causado a esta débil Capitanía General, de la cual también se anexaron, Trinidad y Tobago.
Dice el Canciller, que como consecuencia de aislados, persistentes reclamos, planteamientos y pruebas contundentes del despojo, han quedado: El Tratado de Arbitraje de 1897, cuando no existía Derecho Internacional y las Normas de Tratados, Acuerdos y Convenios, las imponía el más fuerte. Es cuando surge el Fallo Arbitral de París o Tratado de Arbitraje de 1897, donde Inglaterra impone los árbitros y Venezuela no tiene ni voz ni voto. Volvemos a abstraernos y ubicarnos en la historia, mientras el Canciller se adentra en los intríngulis diplomáticos y los juegos de intereses manejados por el Imperio Inglés.
La mente mía trata de ubicarme en contexto con la situación que vive Venezuela en el Siglo XIX, cuando fue desterrado El Libertador; al ser asesinado en Berruecos (Colombia) el Mariscal Sucre y al sobre venir la separación de Venezuela de la Gran Colombia, las apetencias políticas y económicas afloran, junto con la cara factura de la interminable cola de militares con ansias de poder, cobrando como herederos perpetuos de las glorias de los Libertadores, sumiendo la naciente República de Venezuela en el caos y anarquía más espantosa, no vida hasta entonces, ni siquiera durante la guerra de independencia.
Fueron setenta años de montoneras, liderazgos parroquiales y luchas intestina fratricidas, desde mil ochocientos treinta hasta mil ochocientos noventa y nueve, con Gobiernos de turno irresponsables, dictatoriales y mediocres, los cuales permiten todo tipo de despojos: a la Nación, al pueblo en situación de insoportables miserias y a generaciones futuras, sin reparo alguno. Es cuando también se aprovecha de estas circunstancias, el Imperio Inglés.
Nuevamente el Canciller nos hace salir de la abstracción momentánea, al señalar el Acuerdo de Ginebra, que ahora nace a sesenta y cinco años del nefasto Laudo Arbitral de París de 1897, el cual fue una decisión insólita de la Corona Inglesa, contra la Venezuela de aquellos tiempos. Este nuevo Acuerdo, que acaba de ser firmado en Ginebra, contempla crear una Comisión Mixta, integrada equitativamente por representantes de la Guayana Británica y de la República de Venezuela, para encontrar una salida a la disputa territorial planteada. En este documento, el Gobierno de Guayana Británica, reconoce el justo reclamo y la natural inconformidad de Venezuela en la disputa territorial y se compromete formalmente a encontrar una salida. Así concluye la exposición el Sr. Canciller. El Jefe de Protocolo abre el período de preguntas.
Justo en este momento, detrás de nosotros tres, se pone de pie un Tte. de Fragata, con su uniforme blanco, quien expresa a grito entero:
“¡Compañeros. Este es el momento de eliminar esto traidores del pueblo. Vamos a implantar en Venezuela un Gobierno como el de Cuba!”
La sorpresa fue general. En fracciones de segundos, sin que nadie pueda salir del sitio ni tenderse en el piso, cada quien se arrincona o se refugia, como puede, en el espacio entre las líneas de asientos del Teatro. El Ministro de la Defensa se pone inmediatamente de pie y avanza dos pasos hasta el borde del escenario, señala con su índice derecho al Oficial que gritó y balbuceante, trata sin lograrlo, ordenar que lo hagan preso. El Presidente de la República, imperturbable, muy sereno, observa a detalle la escena; los demás Ministros no se mueven de sus asientos.
Dos funcionarios de Seguridad Presidencial, apostados en la puerta de salida de emergencia, a la derecha de nosotros, salta sobre los Oficiales sentados en el suelo del pasillo, con sus ametralladoras “Madsen”, desplegando la culata, para detener al Oficial sublevado, lo cual impide un Contra Almirante, ya puesto de pie, quien en voz firme y recia, les dice: “¡No lo toquen. Es un Oficial de la Marina!”. Se acerca a él, le pide la pistola, la cual entrega y a la vez se quita la guerrera y dice al Contra Almirante: ¡No quiero seguir perteneciendo a esta “vaina”!. Se entrega. El Contra Almirante lo toma por el brazo izquierdo y lo saca por la puerta que dice: “EXIT”
Se trata del Tte. de Fragata Hernández, quien ingreso a la Escuela Básica junto conmigo, donde estudiamos dos años, antes de pasar cada uno a la Fuerza respectiva y nunca más lo había vuelto a ver. Es margariteño, con facciones indígenas, zamarro, taciturno; a quien los orientales siempre lo llaman “BARRACUDA”, dada su nariz superlativa.
El Sr. Presidente, dirigiéndose al Canciller le dice: ¡Ministro, por favor, continúe!. El Canciller cierra el acto. El Presidente Betancourt se pone de pie, toma su sombrero e invita a los Ministros a seguirlo. El Teatro en silencio absoluto, todos nos ponemos de pie. Por la escalera del lado izquierdo del escenario, como contando las gradas, baja lentamente. En frente del pasillo central, dando la espalda al escenario y siempre mirando al frente, se detiene unos segundos para saludar amablemente a algunos Oficiales. Sigue caminando lentamente, hacia la salida Principal del Teatro. Cuando comienza a avanzar por el pasillo central, espontáneamente, los presentes comenzamos a aplaudir, hasta convertirse en cerrada ovación para el Presidente y sus Ministros.
Así lo viví y así lo cuento.
José Moreno Zambrano.
Qué fascinación con el bendito "gobierno a la cubana". Tanto mi hijo como yo, en mas de una oportunidad, reflexionando sobre estos giros de la historia y sus ciudadanos nos preguntamos: "¿por qué los norteamericanos no nos descubrieron antes que los españoles?. ¿O los portugueses? Hubiésemos sido un país del primer mundo". Pero ve tu a saber por cual inexorable motivo tenemos este legado mesiánico, corrupto, chismoso español que nos ha mantenido inertes buscando siempre "la grama mas verde en el jardin de enfrente", sin darnos cuenta de la fibra por la que estamos hechos. Deseos no preñan y hay que trabajar para conseguir lo que queremos, siempre para bien. Gracias amigo. Un gran abrazo.
ResponderEliminarEn agosto de ese año 1964 nacía yo en Venezuela, una tierra de gracia, bendecida por Dios, con incalculables riquezas y bellezas naturales, con un subsuelo repleto de petróleo, y piedras preciosas; pero también lleno de una clase política y militar ignorante, traicionera, y hambrientos de poder, más numerosa por todo lo vivido, que la cantidad de hombres buenos y honorables que aman de verdad su país, lo suficiente para desear verlo rico, prospero, desarrollando y culto. Pues si, lamentablemente nos tocó la peor clase política y militar. Qienes deben sostener la estructura y seguridad de un país, en gran mayoría no han asumido su verdadera misión, por el contrario han anhelado siempre poder para llenarse los bolsillos, y de paso que tan ignorantes y además perversos para querer implantar una dictadura a la cubana. Nací, en lo que pudo ser el mejor país del mundo, con un ingreso per capita por derecho, con grandes infraestructuras, un sistema de salud perfecto, una educación de primer nivel, servicios públicos de primera, carreteras y electricidad hasta el último rincón de nuestra geografía, ser exportadores de productos agropecuarios, ser preferencia en el turismo, ser un país de las principales economías del mundo y en fin aquí sería interminable la lista de lo que pudo ser y no fue........
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